Una película de todos: La sociedad de la nieve


La sociedad de la nieve (J.A. Bayona, 2023) es una de las mejores adaptaciones de un hecho real, el cual se relata de manera muy cercana a la realidad, como aseguran los propios supervivientes. El guion de esta, además, está basado en el libro de Pablo Vierci: La sociedad de la nieve.

Cuenta la historia del accidente de avión acontecido el 13 de octubre de 1972, en el corazón de los Andes. Un equipo de rugby uruguayo contrató un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya para viajar hasta Santiago de Chile a jugar un partido. El vuelo 571 estuvo conformado por los jugadores junto a familiares y amigos, los cuales fueron invitados con el fin de amortiguar el precio del viaje; en total fueron 40 pasajeros y 5 tripulantes. El avión debía seguir una ruta para conseguir esquivar los picos de los Andes; sin embargo, el piloto empezó a descender antes de tiempo y chocó contra la montaña perdiendo la cola, mientras, la parte delantera se deslizó por la montaña hasta quedar en una especie de valle. 

Tras el accidente hubo 29 supervivientes, estos esperaron el rescate, pero la nieve no permitía verlos y a los 10 días las autoridades deciden dejar de buscar, pues nadie había sobrevivido a un accidente así. El tiempo pasaba y los jovenes tuvieron que hacer frente a un frio tremendo, la ausencia de comida, la muerte y las infecciones. Llegaron a tomar decisiones durísimas, algunas de las cuales llevaron a grandes debates morales y religiosos entre los implicados, esto se muestra en conversaciones como la siguiente: 

Tras la muerte de Numa Turcatti, Canessa y Nando comienzan una expedición de 10 días con la cual pudieron conseguir ayuda y ser rescatados. Así, después de 72 días los 16 supervivientes volvieron a casa. Estos habían vivido una dura experiencia, la cual los unió, pues habían creado lo que ellos mismo denominaban como la sociedad de la nieve


Esta es una película emotiva, impactante, muy personal y humana, que transmite verdad y muestra en su estado más puro el alma humana, la solidaridad, el amor y el compañerismo. Además, cuenta con magnificas actuaciones, efectos visuales, sonido y fotografía; es increíble a nivel técnico y artístico, te hace empatizar con la historia y los personajes, con una banda sonora memorable, un trabajo de maquillaje y caracterización impecable, que consigue mostrar con realismo el deterioro progresivo de los cuerpos; y un elenco latinoamericano que hace que sintamos el relato más auténtico. Junto a esto destacamos la gran idea de hacer protagonistas a Canessa, Nando y Numa, centrándose, así, no solo en los supervivientes, sino también en aquellos que no lograron volver: todos fueron fundamentales. 

En definitiva, la película tiene todo lo que se podría pedir: te transporta y te hace vivir con intensidad otras vidas e historias; consiguiendo, además, una gran empatía, despertando emociones en el espectador. 

La historia ya había sido contada anteriormente en la película Viven (Frank Marshall, 1993); sin embargo, esta no fue bien recibida, al menos por los supervivientes, los cuales veían como una ofensa muchas de las decisiones tomadas a la hora de su realización –por ejemplo, cambiar los nombres de sus compañeros fallecidos en la montaña–. A diferencia de entonces, el director español ha conseguido contar de manera fiel la historia de cada uno de los implicados en el desastre: algunos de los que hoy aún viven aseguran haber cerrado un círculo y haber conseguido la paz con ellos mismos y con aquellos que perdieron. 

En cuanto a esto, además, podríamos destacar como incluso algunos de ellos participaron en la película: Nando Parrado le habré la puerta del aeropuerto al actor que lo interpreta, Roberto Canessa representa a un doctor al final de la película y Carlisto Páez hace de su propio padre. 


Ahora bien, aunque ya comentamos anteriormente este tema, me gustaría recuperarlo pues, aunque la mayoría de los pasajeros eran católicos, distinguimos dos posiciones respecto a la religión y la fe: hubo quienes se sintieron abandonados por Dios y buscaron su propia fe –por ejemplo, cuando Arturo Nogueira dijo “Creo en el Dios que tiene Roberto en la cabeza cuando viene a currarme las heridas. En el Dios que tiene Nando en las piernas para salir a caminar sin condiciones. Creo en las manos de Daniel cuando corta la carne. Y Fito cuando la reparte sin decirnos a que amigo perteneció y así podemos comernosla sin tener que recordar su mirada. Yo creo en ese Dios, creo en Roberto, en Nando, en Daniel, en Fito y en los amigos muertos”–, y quienes mantuvieron la fe en su religión hasta el final –este es el caso de Numa, lo cual vemos en la nota que escribió antes de su muerte, la que hace referencia a un versículo de la Biblia: “No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos. (Juan 15, 13)”–.

Para finalizar, la película llegó este 10 de febrero a la 38ª gala de los Premios Goya, en Valladolid, con 13 nominaciones, recibiendo 12 premios. Así, La sociedad de la nieve se ha convertido en la 3ª película más galardonada de la historia de los Premios Goya. 

La obra de Bayona es una producción para la humanidad, es la película de todos.




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